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"Nunca fui empresario de mi propio trabajo"

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Abel García. Foto: Difusión
BelloAprile*Fotografias

Empezó, con un bajo al hombro y en un conjunto beat en Tacuarembó. Ganó un concurso en el club Democrático como solista y canción inédita, y en 1976 se instaló con su guitarra y su voz en Montevideo y en el canto popular al que aportó uno de sus clásicos, “Uno (que se crió acá)”.

Desde entonces como buen cantor porfiado no ha parado. Mucho de esos 50 años de andar estará en la Sala Camacuá hoy a las 20:00.

—¿Cómo ha sido este medio siglo de cantor?

—Pienso que pude haber hecho mucho más pero nunca fui un empresario de mi propio trabajo. Siempre fui perfil bajo y esperando que las cosas se dieran. Pero en la vida las cosas son y se dan, y toda la experiencia que uno recoge y si llegué donde estoy con una visión diferente del mundo que se refleja en mis canciones, estoy contento. Tengo un origen bastante humilde y nunca imaginé que iba a cantar en un Palacio Peñarol, en el Centenario. Que se haya dado eso con tan pocas facilidades, es algo de lo que tengo que estar agradecido, feliz. Pero a veces uno quiere más y más...

—Capaz que ese inconformismo es como el que describe en su canción, "El típico uruguayo".

—(Se ríe) Es verdad.

—Igual esa incapacidad de promocionarse es bien típico de su generación. Había un pudor...

—Teníamos demasiados prejuicios y eso jugó en contra, porque si hacés algo lo mejor que podés hacer es que la gente se entere. Fueron enseñanzas y hay que tomarlas así y estar agradecido: tengo 64 años, sigo cantando y haciendo canciones.

—Una de los clásicos de aquellos años es su "Uno (que se crió acá)". ¿Cómo le llegó?

—El texto es de Macachín, a quien conocí en aquellos encuentros de guitarreadas en casa de amigos. Me mostró el poema, me gustó y me lo llevé para mi casa en el Buceo, y la música surgió así espontáneamente. La estrené en un espectáculo medio interdisciplinario que organizó el propio Macachín en el Teatro de los Pocitos y enseguida hubo una respuesta de la gente que la hizo despegar.

—¿Es su canción más popular?

—De esa etapa sí. Ahora está "Bichito de luz" que es impresionante. No tiene nada que ver con "Uno (que se crió acá)" por su temática y por su trasfondo, pero es la canción que más me ha hecho conocer en todos los ámbitos. En los ómnibus vendí mucho por "Bichito de luz". Lo increíble es que como no aparezco en televisión, es un fenómeno radial. La gente la pide y la pasan, y aunque conocen la canción no saben quién la canta. Incluso cuando hago un pedido en la barraca no viene a nombre de García, sino son "dos bolsas de pórtland para Bichito de luz". Una vez estaba cantando en Santa Rosa y había una pareja que la aplaudía mucho y la cantaba conmigo, y cuando bajé del escenario, la señora me dice "no sabés lo que te tengo que agradecer por esa canción". Lo que plantea "Bichito de luz" es sobre el machismo y ella me dice que había tenido grandes problemas con su compañero cuando ella empezó a trabajar y él empezó a tomar. Y cuando escucharon "Bichito de luz", se sintió tan conmovido que fue a Alcohólicos Anónimos y la dejó ir a laburar. Es lindo que una canción provoque eso.

—A pesar de que se lo asocia con el folclore su cancionero es más de cantautor. ¿Es así?

—Sí, hay mucha cosa urbana y hay discos que quedaron perdidos por ahí que tienen algún dejo de Los Beatles y un poco de todo. Toqué hasta tropical. Lo que yo meto, sí, es mucha chacarera, algunos chotis, pero siempre con algo distinto al folclore tradicional. Capaz que es porque escuché mucha música brasileña.

—Y hay algo de cronista.

—El cuestionamiento y una visión humana de la cosa siempre estuvo presente. Siempre ha habido una preocupación por el ser humano. En su momento lo hacía desde una ideología de izquierda, hoy creo que el cambio está en cada uno de nosotros.

—Y eso se hace notar en su obra reciente.

—"Uno (que se crió acá)" tiene un final que no es lo que yo pienso hoy, aquello de empezar los versos con los plurales. Pero la canción que hago ahora, "El mundo soy yo", tiene más que ver con lo que siento, habla de que si yo cambio, cambia el mundo. No empieza con los plurales sino conmigo. Hay una idea de que eso puede ser egoísta pero no es así, si descubro en mí cosas que no me gustan, y está bueno poder sanarlo. Planteo mucho más un viaje interior.

—Pero en definitiva es ir hacia los plurales.

—Sí, empiezo por mí pero después eso se multiplica.

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Abel García. Foto: Difusión

ABEL GARCÍA

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