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La dama de los bosques

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Margaret Atwood, además de  notable escritora una incansable activista.

Feminista, defensora de los derechos humanos y el medioambiente, Margaret Atwood, es sobre todo una escritora enorme camino a convertirse en un clásico.

Dicen que la de Margaret Atwood es una de las mentes más lúcidas de Canadá. Y dicho así es bastante, una enormidad que sólo al cotejar su extensa obra comienza a tener una perspectiva real. Se suele asociar a la escritora nacida en Ottawa en 1939 con la lucha por los derechos de la mujer, como defensora del medio ambiente y de los derechos humanos. Ella misma se ve con cierta ironía dentro de esas categorías y desdeña todos los oropeles y títulos de filigrana. "Lo que me gusta es defender los derechos humanos, la dignidad de las personas, y creo que las mujeres son personas", contestó cuando le preguntaron acerca de su militancia feminista.

Ha recibido los premios y distinciones más variados, entre los que se cuentan el Arthur C. Clarke (1987), el prestigioso Booker (2000) y el Príncipe de Asturias a las Letras (2008). En cada entrega del Nobel de Literatura su nombre aparece en forma sistemática —de hecho en 2013 el premio cayó muy cerca cuando le tocó a su gran amiga, la cuentista Alice Munro— lo cual pareció alejar por mucho tiempo la posibilidad. Aunque transcurridos cuatro años de aquella ocasión llena de asombro para muchos —la Academia premiaba por primera vez a una cuentista, viejas deudas que ha ido saldando con la reportera Svetlana Alexievich y el compositor musical Bob Dylan— el nombre de Atwood vuelve con renovado interés.

Margaret es la segunda hija de los tres que tuvieron el zoólogo Carl Edmund Atwood y la nutricionista Margaret Dorothy Williams, a quienes criaron en estrecho contacto con la naturaleza en los bosques de Ottawa. Por mucho tiempo la pequeña Margaret creyó que seguiría los pasos de su padre y se convertiría ella también en científica. De hecho, la escritora recordaría luego los largos paseos junto a su padre en los que jugaban a la clasificación de las especies en medio de una enorme y rica aula natural.

"Cuando tenía 15 años, en los años 50, ya discutíamos en la sobremesa sobre el pesticida DDT. Soy una persona que se preocupa por las generaciones que vendrán después, la influencia de la cuestión medioambiental en mi vida y en la de cualquiera, nace sencillamente de saber lo que ocurre y de preocuparse", contó en una reciente entrevista.

"En los años 70 ya teníamos las previsiones, y los resultados los tenemos aquí hoy. Al hablar del medioambiente no vale pensar que la naturaleza vaya por un lado que yo iré por el otro. Está en todas partes, aquí con nosotros, en el mismo aire que respiramos", añade y comenta su preocupación por "cierto presidente recién electo" que se niega a nombrar por su probada "insensibilidad" ante el tema.

Audaz y especulativa.

Se casó dos veces, primero con Jim Polk en 1968. El matrimonio no duró mucho, Atwood ya era graduada en filología inglesa, con estudios en historia y filosofía, y escribía con asiduidad desde los 16 años. En 1973 se divorció de Polk y poco después volvió a casarse pero esta vez con el novelista Graeme Gibson, con quien continúa viviendo en la actualidad. En 1976 tuvieron a su hija Eleanor. En esa época vivían en Ontario; en 1980 se mudarían a Toronto, donde todavía residen hoy.

Sus obras han realizado un recorrido variado, que incluye la poesía y el ensayo, y dentro de su novelística la autora ha tocado los registros más diversos. Desde el realismo documental de su Alias Grace, donde narra la historia de una joven condenada en 1843 por el asesinato de su señor e internada en un hospicio para el resto de su vida hasta que un médico, quien narra la historia, intenta extraer los recuerdos ocultos de aquel momento extremo en la vida de la mujer. De ahí a la compleja estructura de El asesino ciego, que comienza con la historia de la anciana Iris Chase Griffen rememorando los altibajos de la familia Chase, una crónica familiar que recuerda los mejores momentos de John Cheever, y que gira en torno a la muerte de una hermana de la narradora, Laura, cuyas circunstancias encierran un desenlace inesperado. Pero la trama no termina allí, ya que Laura dejó escrita antes de morir una historia con aires de distopía, cuyas páginas son presentadas como una novela dentro de la novela, donde la autora maneja con maestría subgéneros que van desde el relato gótico al de ciencia ficción.

Otra obra donde la autora vuelve a jugar con la distopía es El cuento de la criada, uno de sus libros más celebrados. Esta obra publicada en 1986 transcurre en un futuro no muy lejano y que para los lectores actuales ya suena a pasado, 2005, y transcurre en la república fundamentalista de Estados Unidos, al menos ocupa el mismo territorio, donde la oligarquía secuestra y mantiene como esclavas a las escasas mujeres jóvenes y fértiles para mantener la nutrida progenie que luego de ser fecundadas darán a luz los herederos de esa oligarquía.

Este es apenas un croquis de las principales preocupaciones de la escritora en cuyos libros aparecen tanto referencias a la literatura clásica, como a la ciencia ficción, la mitología griega, la historia reciente, la naturaleza y, sobre todo, la condición de la mujer en una sociedad machista. "Tengo predilección por la ficción especulativa", señaló la escritora en una entrevista concedida al diario español El Mundo, "que no es ciencia ficción, no hablo de naves espaciales ni dragones. Es algo bien arraigado a la tierra y perteneciente a un futuro muy cercano".

Su última novela publicada en español por el sello Salamandra es Por último el corazón, donde vuelve a un mundo posapocalíptico para narrar la suerte de un matrimonio compuesto por Charmaine y Stan, que caídos en la pobreza extrema y sin otros horizontes aceptan participar en un extravagante programa mediante el cual alternarán la vida en prisión con la vida en libertad. Como siempre ocurre en sus relatos, el mundo que describe no es ningún universo alternativo, ni un planeta distante, es apenas un futuro a la vuelta de la esquina de cualquier sociedad desarrollada. En ese mundo devastado que la autora describe con su acostumbrado realismo nace el programa Positrón en el que se parte de una premisa al menos llamativa: el negocio de las cárceles.

"La ficción", explica Atwood, "toma siempre aspectos de nuestra realidad y los exagera. Y el campo más fecundo es explorar la forma de ser y los límites humanos. Uno de los peligros de la sociedad de hoy es la inseguridad. Llegar a preguntarse cuánto puedes luchar y tragar en nombre de la democracia occidental".

UNA VOZ, VARIOS LENGUAJES.

Ahora adapta una novela que será una serie de Netflix.

Margaret Atwood es una mujer llena de singularidades, una de ellas es el idioma. O mejor dicho los idiomas, ya que como buena representante de su país habla y escribe tanto en inglés como en francés. El que usa para escribir, sin embargo, es el inglés. No obstante la autora confiesa que se maneja con holgura en su vida cotidiana en las dos lenguas. De hecho, cuando le preguntaron cuál de las dos prefería, Atwood respondió: "El francés para los adjetivos, el inglés para los nombres. El francés para los cumplidos, el inglés para las malas noticias. El inglés es, sin embargo, mi lengua principal, y como nunca ha sido tímido para tomar palabras de otras lenguas tiene un vocabulario enorme. Es como un órgano con un teclado de una milla de largo".

Siempre dispuesta a vencer límites y experimentar, ahora trabaja en otro campo, al que no era del todo ajena, pero es la primera vez que se lanza de lleno al trabajo para la pantalla doméstica. En lo previo Atwood había hecho, junto a otros autores, la adaptación a la actualidad de una obra de Shakespeare, La tempestad, en medio de un ambicioso proyecto en homenaje al autor. Ahora prepara para Netflix la adaptación para una miniserie de su obra Alias Grace. "Asusta escribir directamente para más de un millón de espectadores, pero es muy interesante y es una producción de calidad", dice. Otro libro suyo, El cuento de la criada, ha sido convertido en serie y será estrenado por la plataforma de streaming Hulu el próximo 26 de abril.

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Margaret Atwood, además de notable escritora una incansable activista.

NOMBRESRENZO ROSSELLO

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