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La baja inflación posibilita la desindexación

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Tras haber subido fuerte en enero y febrero, bajaron 4,2% en conjunto en abril. Foto: Inés Guimaraens
Puesto de frutas y verduras en el Mercado Agricola de Montevideo, MAM, centro comercial de Villa Muñoz, ND 20131020, foto Ines Guimaraens - Archivo El Pais
Archivo El Pais

Tarifas no contribuyen a la desaceleración del IPC, pero sí al deterioro de la competitividad.

La inflación continúa desacelerándose, y el dato a junio del presente año la ubica muy cercana al centro del rango meta establecido por las autoridades económicas. Se trata de un dato auspicioso, que resulta de la conjunción de varios factores, algunos de ellos previstos y otros no tanto.

Se trata de una evolución positiva, que descomprime en el mediano plazo las pujas distributivas y valida a futuro acuerdos salariales que se desliguen de la evolución pasada y comiencen a fijarse en función de la prevista. Sería un gran paso hacia la desindexación de la economía, ante lo que tantas rigideces le ocasionó en el pasado.

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En los doce meses a junio la variación acumulada del IPC se ubicó en el 5,3%, el menor nivel registrado desde el cierre de 2005. Un año atrás la inflación se situó en el 10% y el año 2016 cerró con una variación de los precios del 8,1%.

Es clara la desaceleración, que no sólo permitió ingresar al rango meta fijado entre el 3% y 7%, sino ubicarse prácticamente en su centro, situación que, desde que se estableció una meta, nunca fue alcanzada.

En los próximos meses es probable que se vuelva a acelerar la inflación, al irse revirtiendo algunos de los factores que explicaron su abatimiento a lo largo del presente año, aunque siempre ubicada dentro del rango meta.

En el gráfico que se ubica en la parte alta del cuadro que ilustra esta nota se muestra la evolución anualizada del IPC junto al dato de núcleo de inflación o "core" como se le conoce en la literatura. El "core" o núcleo consiste en depurar al dato observado del IPC de aquellos componentes que por distintas razones son muy volátiles, y por consiguiente distorsionan su comportamiento.

Cabe recordar que el IPC, o mejor dicho su variación, no mide exactamente a la inflación, sino a la variación de una canasta determinada. En el corto plazo algunos de esos precios pueden verse afectados, sea por factores climáticos o decisiones políticas, lo que altera la evolución de la canasta. En tal sentido es que para análisis de corto plazo resulta conveniente extraer esos componentes volátiles y ver cómo se comporta el resto.

Eso es lo que se muestra en el gráfico. Como cabría esperar la evolución de ambos es similar, presentando el IPC observado una mayor volatilidad. En particular, en lo que va del presente año la inflación observada mostró una mayor desaceleración.

Para entender mejor el porqué de la desaceleración y por qué el dato observado lo hace a un ritmo mayor, lo más conveniente es descomponer el IPC entre sus elementos transables y los que no lo son.

Los precios transables son aquellos vinculados a bienes y servicios que son pasibles de competir con similares del resto del mundo. Se trata de productos exportables o que compiten con los importados. Al estar sujetos a la competencia internacional, sus precios vienen dados. En muchos casos estos productos se comercializan en plaza en moneda extranjera, fundamentalmente los de consumo duradero y suntuario. Los automóviles, los electrodomésticos y los viajes son claros ejemplos.

Medidos en dólares, estos precios no varían mucho y en algunos casos la tendencia es a la baja. Estos productos evolucionan con el dólar.

Otros rubros transables son los exportables que se comercializan en plaza. Una aproximación a los mismos es el Índice de Precios al Productor de Productos Nacionales (IPPN). En este índice tiene un peso muy fuerte el sector primario y el manufacturero. En particular el sector agropecuario enfrentó precios internacionales a la baja durante 2016, mostrando una leve recuperación en lo que va del presente año.

En el gráfico que aparece en la parte media del cuadro a la izquierda se muestra la variación en los últimos doce meses del IPPN y el tipo de cambio a lo largo del último año y medio, explicando así el comportamiento del componente transable del IPC. En los últimos doce meses estos precios aumentaron 4,1%, cuando un año atrás estaban creciendo al 10%.

Mirando a futuro, las fuerzas que tiraron los precios transables a la baja comienzan a revertirse parcialmente y es probable que en los próximos meses estos precios se aceleren. La cotización del dólar habría dejado de caer y de hecho se incrementó en los últimos días. Si bien comparando con 2016 el valor promedio al cabo del presente mes sea inferior, a partir de agosto dejará de caer y hacia el último cuatrimestre probablemente aumente.

A su vez, algunas materias primas se están recuperando de la mano de una mayor demanda china. Eso impactará en los precios mayoristas manufactureros. Por todo ello, cabe esperar una aceleración de los precios transables en los próximos meses, pero sin llegar a provocar una variación general del IPC que lo saque del rango meta.

En el cuadro que aparece en la parte media a la derecha se muestra la evolución de los precios no transables. Estos se pueden dividir en dos: los no transables de mercado y los administrados. Los primeros son aquellos precios correspondientes a bienes y servicios que no son pasibles de competencia exterior y cuyos precios se fijan en el mercado interno.

En el gráfico se agrega una variable más, los precios transables de mercado depurados de los componentes volátiles. Si se observa la evolución de los no transables observados y la definición core se ve que esta última es más estable. La volatilidad la explican las frutas y verduras frescas, que experimentaron un aumento de precios muy fuerte debido a los problemas climáticos en marzo y abril del pasado año. El buen clima de este año provocó el efecto contrario y los precios de estos productos cayeron sustancialmente.

El core no transable, que excluye a las frutas y verduras frescas, también se desacelera. Este es un dato importante. Estos precios fluctuaron a lo largo de los últimos años en torno al 10% anual, a tono con una política monetaria relativamente expansiva, incrementos reales del salario y una demanda interna pujante. Desde mediados de 2016 comenzaron a desacelerarse, ante cambios en la política monetaria (más dura) y un enlentecimiento de la demanda interna.

Los que no están contribuyendo a la desaceleración de la inflación son los precios administrados, fundamentalmente las tarifas públicas, cuya variación a lo largo del último año y medio se situó en el entorno al 8%.

Excluidas las frutas y verduras frescas, la inflación no transable se ubicó en junio en el 8,3%, porcentaje superior a la transable.

De hecho, la inflación no transable (observada y core) fue a lo largo de los últimos años superior a la transable. La comparación entre estos dos precios no es otra cosa que el tipo de cambio real, variable estrechamente asociada a la competitividad. En el gráfico de abajo se muestra su evolución, claramente descendente. No otra cosa podrá esperarse de precios transables que se desaceleran a un ritmo mayor que los costos de producción.

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Tras haber subido fuerte en enero y febrero, bajaron 4,2% en conjunto en abril. Foto: Inés Guimaraens

HORACIO BAFICO Y GUSTAVO MICHELIN

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