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A la vanguardia en el combate a la desigualdad de los salarios

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Regla. Empresas con más de 25 empleados deberán cumplir la norma hacia 2022.

Con una legislación que exigirá a los empleadores que paguen igual a hombres y mujeres, Islandia se propuso cerrar la brecha en cinco años, lo que a nivel mundial se prevé que ocurriría en 70

Una fría tarde de octubre, Frida Ros Valdimarsdottir, excuidadora domiciliaria convertida en activista por los derechos de las mujeres, salió de su oficina a exactamente las 2:38 PM y se dirigió a la plaza principal de Reikiavik, donde montones de mujeres estaban formando una multitud escandalosa. Era el momento –aproximadamente dos horas y media antes de que finalizara la jornada laboral– de que muchos manifestantes consideraran que les habían dejado de pagar por el mismo trabajo.

El mitin era parte de una oleada por la igualdad en el ingreso que incitó a decenas de miles de mujeres por todo este pequeño país isla, donde es frecuente que las protestas produzcan cambios.

«Durante décadas hemos dicho que vamos a arreglar esto», dijo Valdimarsdottir, la presidenta de la Asociación Islandesa por los Derechos de las Mujeres y organizadora de la manifestación. «Pero a las mujeres les siguen pagando menos y eso es una locura».

El gobierno quiere cambiar esa dinámica. Dos semanas atrás, Islandia se convirtió en el primer país que introdujo una legislación por la que se requerirá que los empleadores demuestren que les están pagando lo mismo a hombres y a mujeres.

Islandia ha tenido leyes sobre el salario igual desde hace medio siglo, con las que se ha presionado a las empresas y al gobierno para que gradualmente reduzcan la brecha del salario. Sin embargo, la idea detrás de la nueva legislación es que, a menos que las leyes se apliquen con mayor contundencia, es posible que el desequilibrio nunca se resuelva realmente.

«Queremos derribar la última de las barreras de género en el centro de trabajo», notó Thorsteinn Viglundsson, el ministro de relaciones sociales e igualdad de Islandia. «La historia ha mostrado que si quieres progresar, necesitas hacerla cumplir».

Islandia, con 330.000 habitantes, va a la vanguardia en la promoción de la igualdad de género. Los países nórdicos guían a la mayoría de los demás en las políticas de igualdad que incluyen las cuotas de género en los consejos de administración y las generosas licencias parentales, además de que, en forma constante, Islandia aparece hasta arriba o cerca del primer lugar en las clasificaciones internacionales sobre imparcialidad.

Con todo, aún las islandesas ganan entre 14% y 20% menos que los hombres, según el gobierno. Islandia quiere puentear esa brecha en cinco años, con lo que según entiende se puede acelerar el progreso en otras áreas. La brecha salarial de género en el ámbito mundial no se cerrará en 70 años, a menos que los esfuerzos se aceleren, según la Organización Internacional del Trabajo.

La legislación propuesta sigue a un programa piloto de salario igual en el que el organismo del gobierno y las empresas identificaron obstáculos crónicos que bloquean a las mujeres para llegar a puestos de remuneración más alta: las mujeres tienen profesiones distintas a las de los hombres y ocupan menos puestos de alta jerarquía, lo que contribuye al bajo sueldo. Algunos empleadores en el programa están buscando ahora contratar a más mujeres para los empleos que tradicionalmente han tenido los hombres.

Valdimarsdottir, la activista por los derechos de las mujeres, renunció a su empleo de atención domiciliaria en el ayuntamiento de Reikiavik. Descubrió que a un contador le pagaban cuatro veces más lo que ella recibía por su función gerencial de supervisión de un equipo de 10 personas que brindaban servicios de atención domiciliaria, en su mayoría, integrado por mujeres. Después, el ayuntamiento ajustó el sueldo de ese cargo para que fuera casi igual al del contador y aumentó los de otras empleadas.

Muchas compañías islandesas ya adoptaron un estándar voluntario de sueldo igual que diseñaron organizaciones empresariales y sindicatos de trabajadores. Sin embargo, aquéllos dicen que no debería imponerse, en particular por la carga administrativa de cumplir con él, especialmente para las que son pequeñas.

«Las compañías deberían hacer esto por su propio beneficio y el beneficio de sus empleados», notó Halldor Thorbergsson, el director general de la Confederación de Empleadores Islandeses. «Pero no debería legalizarse».

Los negocios en otros países también son cautelosos con la intervención del gobierno, incluida Gran Bretaña, que hace poco mandató que las compañías con 250 empleados o más reportaran públicamente sus diferencias en los salarios de género. Austria y Bélgica tienen normativas similares. En EE.UU. y Suiza, los contratistas federales deben reportarle al gobierno la información salarial por género.

Las islandesas arguyen desde hace tiempo que la igualdad necesita un empujón nacional. En 1974, el 90% de las mujeres dejó de trabajar y salió de su casa para mostrar cómo se afectaría la sociedad si ese colectivo no trabajaba. Ese punto de inflexión pronto llevó a la primera presidenta elegida democráticamente del mundo, Vigdis Finnbogadottir, en 1980. Hoy, cerca de la mitad de los miembros del Parlamento islandés son mujeres. Casi 80% de las islandesas trabaja y, donde se establecieron cuotas de género, casi la mitad de los integrantes de los consejos de administración de las compañías son ocupados por ellas.

Las nuevas reglas mandatarían auditorías en las compañías más grandes y las dependencias de gobierno, empezando en el 2018, así como obtener la certificación del cumplimiento de la normativa sobre salarios iguales. Los negocios con más de 25 empleados deberán cumplir para el 2022.

Los empleadores deben evaluar cada puesto, desde el que limpia hasta el ejecutivo senior, para identificar y ajustar las brechas salariales de más de 5%.

Si bien el proceso requiere tiempo y dinero, Arni Kristinsson, el director administrativo de BSI Iceland, un auditor de estándares que lleva a cabo algunas de las revisiones al pago justo, dijo que esos costos no son infranqueables. «La pregunta es: ¿están comprometidas las compañías?», señaló. «En las que lo están, ya estamos viendo que se reduce la brecha salarial» a muy poco, un 3%.

Las auditorías revelaron otras desigualdades en el centro de trabajo vinculadas al salario. En el organismo de aduanas de Islandia, que participó en el programa piloto, los funcionarios encontraron que los salarios eran más bajos cuando se empleaba a las mujeres como un grupo grande.

Alrededor de 80% de los agentes aduaneros uniformados en Islandia es hombre, un grupo al que se le paga 30% más que a los recaudadores de impuestos aduaneros, que, en su mayoría, son mujeres. Los agentes trabajan jornadas más largas y enfrentan los desafíos de inspeccionar cargamentos de drogas, así es que, con la revisión se encontró que estaba justificado el sistema de pagos, explicó Snorri Olsen, el director de aduanas de Islandia. Sin embargo, la revisión también impulsó una revaloración del equilibrio de género en cada grupo.

La dependencia está tratando ahora de reclutar a más hombres para el trabajo de oficina y a más mujeres para los puestos de agente con mayor remuneración, en parte, acortando los turnos para acomodar a las mujeres que tienen exigencias de cuidado de niños, comentó Olsen.

«Existe una tendencia a ver el trabajo que por lo general hacen los hombres como más valioso», dijo. Las auditorías ayudan a promover la introspección, aún entre gerentes mujeres, sobre el potencial de los prejuicios inconscientes en cualquier parte.

En una agencia de publicidad con sede en Reikiavik llamada Casa Blanca, Anna Kristin Kristjansdottir, integrante del consejo de administración y dueña, dijo que la auditoría sobre salario igual reveló inclinaciones en su fuerza laboral de 45 trabajadores, incluida la proporción de puestos de mayor jerarquía que tienen los hombres. Como el organismo de aduanas, ella está buscando emparejar los porcentajes, en especial en los niveles superiores, donde busca lograr la paridad de género.

Es debatible que funcionen esos ajustes. Algunos estudios muestran que las brechas salariales entre hombres y mujeres se encuentran, en gran medida, en las ocupaciones, no entre ellos.

Igualmente inquietante para Kristjansdottir es que las mujeres negociaran menores sueldos que los hombres. Por lo general, es cuatro veces más probable que ellos pidan un aumento y cuando ellas lo hacen, buscan 30% menos, en promedio. «Estás ahí, sentado, haciendo la entrevista y ellas piden menos», dijo Kristjansdottir. «La auditoría mostró que se trataba de una falla en nuestro reclutamiento, que estuviéramos permitiendo que pasara y no nos dábamos cuenta del todo».

Para Viglundsson, el funcionario gubernamental, el hecho de que surgieran temas mayores sobre la igualdad en el debate sobre el salario igual es justificación suficiente para la propuesta legislativa. «Cuando se trata del centro de trabajo, los hombres han disfrutado de cierto nivel de privilegios por mucho tiempo», notó. «Pero si examinas los intereses particulares de la sociedad para eliminar la discriminación en contra de las mujeres, eso sobrepasa, con mucho, a cualquier carga regulatoria».

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