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Los católicos están molestos

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Una iniciativa de un grupo de ciudadanos católicos secundada por el arzobispo de Montevideo, de colocar una imagen de la Virgen María en la Rambla de Montevideo, que parecía algo normal y sereno, en el marco plural de la sociedad democrática y laica a la que pertenecemos con sano orgullo, fue transformada en un tema de debate, objeto de discusión y hasta de “disciplina partidaria”.

Una iniciativa de un grupo de ciudadanos católicos secundada por el arzobispo de Montevideo, de colocar una imagen de la Virgen María en la Rambla de Montevideo, que parecía algo normal y sereno, en el marco plural de la sociedad democrática y laica a la que pertenecemos con sano orgullo, fue transformada en un tema de debate, objeto de discusión y hasta de “disciplina partidaria”.

Por supuesto cuando el debate estuvo planteado, después del asombro inicial, defendimos nuestra postura, con serenidad y firmeza, dando argumentos. Al ser rechazado el pedido, manifestamos nuestro dolor y denunciamos, en un mensaje y en una carta a la Junta, la discriminación sufrida por la comunidad católica, pero miramos para adelante.

El Dr. Sanguinetti vuelve sobre el tema en su última nota de opinión del domingo pasado en El País y de algún modo me obliga a responderle. El Dr. Sanguinetti ha repetido, de diversas formas, que la colocación de la imagen es hacer de un espacio público una iglesia a cielo abierto. Ha hablado de invasión del espacio público. Le ha dado así prestigio al único argumento esbozado por los ediles del Frente Amplio que votaron por disciplina partidaria en forma unánime en contra de la iniciativa.

Lo que pasa es que este argumento, no por repetirlo o decirlo con la autoridad que muchos uruguayos le reconocemos al Dr. Sanguinetti, es válido, porque es sencillamente falso; es decir no responde a la realidad. Es un argumento que se da de lleno contra los hechos.

Montevideo y el país entero están llenos de estatuas, estelas, monumentos conmemorativos, representando a los más diversos exponentes de religiones, filosofías, partidos políticos etc. Podrán gustar o no por su estética, o podremos simpatizar o no con la persona o la idea que representan, pero nunca a nadie se le ocurrió que esto fuera una invasión o una apropiación del espacio público por el partido, la filosofía o la religión que la imagen representa. ¿Alguien piensa que el confucionismo se está apropiando del Parque Rodó, o que la República de Corea nos invade? La Plaza Matriz o Constitución, ¿es un templo masónico porque su hermosa fuente está adornada por sus símbolos? Sencillamente, con meridiana claridad, la respuesta es negativa.

Vayamos ahora al caso de imágenes religiosas. ¿Alguien piensa que es una iglesia al aire libre Tres Cruces porque quedó allí la Cruz del Papa? ¿Es un lugar de culto o un templo umbandista la plaza de la Rambla donde está Iemanjá? Cuando se recorre el interior del país y se ven, aquí y allá, expresiones religiosas en el espacio público: ¿se trata de una invasión? ¿O de un lugar de culto? Ciertamente que no.

Ahora, si fuera realmente así en el caso de las imágenes religiosas, ¿por qué sería invasión o apropiación del espacio público en este caso y no en el de las figuras políticas o filosóficas? Es decir, ¿por qué solo la expresión de lo religioso molesta? O aún más, ¿por qué molesta solamente lo religioso católico?

La Iglesia en Montevideo está trabajando en lo que llamamos “programas evangeli-zadores”, que son públicos. La propuesta de la Virgen en la Rambla no respondió a ningún plan estratégico. No hay entre nosotros maquinaciones secretas ni intenciones ocultas. Ha-ce casi 400 años que la Igle- sia está presente en esta tierra trabajando de modo ininterrumpido.

En 1917 se llegó a una transacción política que permitió una separación pacífica de la Iglesia y el Estado. No triunfó ni la postura oficial de la Iglesia ni la que defendían batllistas y socialistas. En la solución constitucional acordada está la base de una laicidad que, después de durísimas luchas, permitió una convivencia tolerante y en general respetuosa. Hubo sí discriminaciones hacia la Iglesia y los católicos pero estas se fueron diluyendo y, después del retorno a la democracia en 1985, se dieron muchos pasos positivos. Esta negativa, en cambio, significa desde nuestro punto de vista un retroceso.

Dice también el Dr. Sanguinetti que hablar de discriminaciones es “excitar rencores que no deberían tener espacio en un debate maduro y respetuoso”. Esta afirmación es ofensiva. Quienes han dividido al Uruguay en este tema han sido quienes se opusieron a una propuesta simple, hecha con mucho amor por un grupo de ciudadanos y que el Arzobispo acogió, apoyó y presentó. La Virgen María es una persona histórica y tiene también una fuerte carga simbólica. Los católicos la amamos, por ello está presente en todo lugar donde la Iglesia ha puesto su pie y ha dado lugar a maravillosas obras artísticas de diverso tipo.

¿Por qué se la rechaza? ¿Por qué se rechaza esta imagen y no se levantó ninguna voz cuando se colocaron otras imágenes religiosas? ¿No es esto discriminación? Los ediles del Frente Amplio votaron por disciplina partidaria en contra de lo que la Intendenta Ana Olivera, el Intendente Martínez, la Comisión de Patrimonio, el Municipio Ch y la comisión de Nomenclatura de la misma Junta aprobaron.

El “bullying” a lo católico está permanentemente a la orden del día en nuestro país. Acusaciones, generalizaciones, ignorancia religiosa, proclamación del agnosticismo como supuesta neutralidad, forman parte del paisaje cotidiano uruguayo, ante la pasividad general. Como decía recientemente una carta en un semanario: “No importa si con razón o sin ella, la Iglesia ofrece una estructura lo suficientemente abstracta para que no pueda defenderse, y lo suficientemente concreta para que pueda señalarse.” Es así que “pegarle” a la Iglesia se hace tan común en nuestro ambiente y es, como se ha señalado, “políticamente correcto”.

En el mensaje emitido a las dos horas de la decisión de la Junta, la Iglesia expresa su voluntad de promover la cultura del encuentro. El “Atrio de los gentiles” al que fue invitado el Dr. Sanguinetti en noviembre de 2015 fue una muestra de ello. Pero el encuentro es verdadero si se da desde la identidad de cada uno en el respeto a la identidad del otro. ¿Debo callar lo que considero discriminación y que entiendo es lo que piensan y sienten la mayoría de los católicos de este país?

Queremos mirar adelante. Este episodio lamentable nos duele, pero no nos desanima. Sigamos en diálogo y avanzando en una sociedad plural y democrática. No cortamos de nuestra parte ningún puente, pero sí expresamos con claridad nuestra postura. No dogmaticemos sobre la laicidad, comprendamos que hay diversidad de enfoques legítimos.

(*) Cardenal Arzobispo de Montevideo

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Daniel Sturla

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