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Algo no funciona en ASSE

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El reciente escándalo de ASSE de suministrar medicamentos incorrectos a unos 250 niños, es solo un mojón más de un penoso organismo. Maneja un presupuesto de mil millones de dólares al año y al frente se encuentra una persona cuyo mérito es ser comunista.

No hay muchos temas en los que ha-ya tanto acuerdo en la sociedad uruguaya. Pero tanto la cúpula sindical, como la oposición política, y hasta altas figuras del gobierno (en voz baja) concuerdan en una cosa: la administración de ASSE es un desastre.

Y no se trata de un tema menor. La Administración de los Servicios de Salud del Estado es un gigante que maneja un presupuesto millonario, controla a la mayor red nacional de salud, a todos los hospitales públicos, y es uno de los principales empleadores del país. Y sin embargo, las noticias que brinda regularmente este monstruo administrativo son malas y alarmantes.

EL último tema que robó los titulares que implica al organismo ha sido el suministro "por error" de medicamentos inapropiados a unos 250 niños que se atienden en el Saint Bois. Este medicamento, llamado Mulsiferol, contiene vitamina D3 (calcio) en dosis que son para mayores, lo que provocó que se vieran afectados en su salud casi cien menores, de los cuales 73 fueron controlados en forma ambulatoria, pero 19 debieron ser hospitalizados por presentar niveles peligrosos de calcio en sus riñones.

Si bien los menores parecen estar encaminando su situación de salud, y es de esperar que ninguno tenga consecuencias graves a futuro, todo el episodio es una muestra perfecta del desmanejo que padece esa institución.

Para empezar, no queda claro cómo se compra un medicamento que es para adultos y se le suministra a niños. Los padres de los menores denuncian además que el medicamento no tenía consigo el prospecto de rigor, y que la comunicación y manejo del tema por parte de las autoridades fue lento y desprolijo. Según un padre, la llamada de un funcionario de la farmacia fue poco informativa, confusa, y se le informó que el tema no era nada grave, y que lo peor que podía pasar era que se le afectara el crecimiento al niño. ¡Lindo consuelo!

Además, a raíz de una investigación periodística se supo que el medicamento suministrado es más caro que el que se debió haber proporcionado a los niños, y que el error no tuvo nada que ver con el proveedor del mismo, sino que fue a causa de un tema administrativo exclusivo de ASSE.

Casi tan grave como el hecho en sí, fue la conducta de los jerarcas del organismo, que hicieron un conferencia de prensa de tono liviano, sin asumir ninguna responsabilidad, sin aportar información clara de lo que sucedió, y restando toda trascendencia al tema.

En los últimos años, los problemas y denuncias contra ASSE han sido incontables. De hecho, hay en curso en el Parlamento una comisión investigadora para analizar una cantidad de denuncias que afectan al organismo. Ellas van desde la estafa producida contra el Fonasa, pasando por las millonarias tercerizaciones de servicios a costos exacerbados, así como vínculos sospechosos entre médicos del organismo y empresas proveedoras de servicios, y denuncias sobre manejos oscuros de fondos en la división arquitectura.

Vale recordar que ya en el período anterior ASSE estuvo implicada en algunos escándalos que terminaron en procesamientos como el del exdirector del organismo e histórico dirigente sindical de la Salud, Alfredo Silva, por manejos turbios con empresas de limpieza armadas con el formato de cooperativas.

Pese a ese escándalo, el gobierno ha insistido en corporativizar el gobierno de este organismo mastodóntico, que maneja un presupuesto de casi mil millones de dólares al año, colocando en su directorio a representantes del sindicato, a figuras de perfil netamente político, y sin mayor capacidad de gestión.

Tal vez el ejemplo más flagrante de esto sea la actual directora Susana Muñiz, cuyo principal mérito para una carrera meteórica en la salud pública es ser dirigente del Partido Comunista. Muñiz ya ocupó el ministerio de Salud, cuando su predecesor Jorge Venegas debió renunciar tras conocerse irregularidades vinculadas a su nacionalidad. Como ese ministerio correspondía al Partido Comunista, de acuerdo al particular reparto de cargos que realiza el Frente Amplio, su reemplazo fue Muñiz, que ya entonces dejó mala impresión como administradora. En este período, se le dio el nuevo premio de dirigir nada menos que ASSE, con los resultados a la vista. Al punto que varios altos jerarcas del propio gobierno frentista vinculados a la salud no tienen problemas en reconocer por lo bajo que su gestión es deficitaria y problemática.

Sin embargo, allí seguirá, ya que en los gobiernos frentistas la capacidad, la honestidad, y la formación, siempre son menos importantes que los vínculos políticos.

EDITORIAL

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