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Amigos uruguayos de la ETA

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El frustrado intento por reivindicar a la ETA en un liceo montevideano fue una excusa para atacar al gobierno del Partido Nacional e intentar una defensa de los derrotados terroristas vascos hermanados desde siempre con los tupamaros uruguayos.

Mientras la ETA renunció hace meses en España a la lucha armada, entregó sus arsenales a las autoridades y la mayoría de sus exjefes hacen autocrítica, aquí en Montevideo esa banda terrorista tiene partidarios que la reivindican. Así lo muestran los episodios de la semana pasada protagonizados por la Plenaria Memoria y Justicia y activistas de la Brigada Askapena, uno de las escasas organizaciones etarras que aún sobreviven.

El más notorio fue el intento de realizar un taller didáctico en el liceo Bauzá, una propuesta correctamente rechazada por las autoridades de la institución que la calificaron de amenaza a la laicidad. Y al sentido común debieron agregar, porque glosar las acciones de la ETA es una iniciativa merecedora del repudio colectivo. Para completar el dislate los convocantes del acto acusaron a los creadores de la Noche de la Nostalgia de haber inventado esa celebración típica de los 24 agosto para disimular lo ocurrido el 24 de agosto de 1994 en las inmediaciones del hospital Filtro. Vale aclarar que la idea de organizar esa noche de celebraciones existía desde 1978, es decir 14 años antes de la aciaga jornada cuyo desarrollo reseñaremos a continuación.

A fines de la década del 80 Uruguay concedió refugio a etarras perseguidos en España con la condición de que abandonaran la lucha armada. Debían ser personas no requeridas por la justicia de aquel país por delitos de sangre. En 1992 la policía arrestó en Montevideo a quince de ellos bajo la sospecha de que seguían cooperando con ETA. El gobierno socialista de Felipe González pidió la extradición de la mayoría de los detenidos, pero la justicia uruguaya solo accedió al pedido en el caso de tres activistas acusados por homicidio.

En torno a los tres extraditables el Pit-Cnt y gran parte del Frente Amplio montaron en los dos años siguientes un operativo de propaganda para presentarlos como luchadores de la independencia vasca. Lo hicieron a sabiendas de que la ETA era un grupo terrorista capaz de colocar bombas en un supermercado para matar a decenas de inocentes. Con Franco muerto y sin las banderas de combatir contra una dictadura, la ETA se lanzó contra la democracia agitando ideas vagamente marxistas y consignas ajenas al sentimiento autonomista vasco.

Esa labor de grupos de izquierda, entre los cuales destacaban los extupamaros, alcanzó su nadir el 24 de agosto de 1994 cuando la policía, cumpliendo órdenes de la justicia, resolvió entregar al gobierno español a los etarras reclamados. Tanto la central sindical como el Frente Amplio convocaron a manifestar frente al hospital en tanto los tupamaros, encabezados por José Mujica y Eleuterio Fernández Huidobro, exhortaban desde una radio a resistir la extradición. Cuando la policía intentó trasladar al terceto hubo tiros y cócteles molotov lanzados contra los patrulleros, lo cual desató la represión policial en la cual murió un manifestante.

Los etarras fueron llevados a Madrid adonde llegaron sin mostrar las huellas de la supuesta huelga de hambre de dos semanas que cumplieron en el Filtro. Allí fueron juzgados con todas las garantías y hallados culpables de asesinato en los tres casos. Uno de ellos murió años después en prisión domiciliaria, otro ya está en libertad en tanto un tercero repudió públicamente a la ETA y pidió perdón a los familiares de sus víctimas. Esa patética historia es la que quisieron evocar días atrás en el liceo Bauzá con un sesgo que buscaba criticar al gobierno encabezado por Luis Alberto Lacalle. El acto se hizo en la vía pública ante medio centenar de personas, probablemente las mismas que al día siguiente marcharon por Bulevar Artigas desde el Obelisco has- ta el Filtro. Una marcha en la que no faltaron consignas de adhesión a la ETA —esas que ni siguiera sus propios militantes corean hoy en día— y denuestos contra quienes aquel día debieron enfrentar una asonada.

Años después, comentando aquellos hechos, el exjefe tupamaro Jorge Zabalza confesaría que la ETA les suministró apoyo a los tupamaros para que acudieran al Filtro con pertrechos de guerra tales como un autobús cargado de explosivos. Es que las relaciones entre ambos grupos siempre fueron estrechas, una tradición que permanece a pesar de que tupamaros y etarras renunciaron a la lucha armada. Prueba de esa entrañable relación es que uno de los antiguos líderes de ETA y sus organizaciones políticas de pantalla, Arnaldo Otegi, fue invitado de honor a los actos organizados por José Mujica hace pocas semanas para celebrar el 25 aniversario del MPP. Amigos para siempre.

EDITORIAL

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