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Incoherencia y "cola sucia"

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La coherencia es una cualidad que hace a la credibilidad de todos los actores políticos. Esta se gana poco a poco a lo largo del tiempo, pero el gran problema es que se puede perder en un minuto.

Durante otros gobiernos se aprobaron las leyes de Zonas Francas, Forestación, de Inversiones, la de Puertos y otros instrumentos destinados a defender la productividad y la competitividad del sector exportador. Todo ese andamiaje legal fue negociado en el Parlamento; aún así, el FA votó en contra de esas leyes y de los Tratados de Inversión y doble tributación con Alemania, Finlandia, entre tantos, por los fundamentos expuestos por el entonces senador Astori.

Desde el primer gobierno del Frente la coherencia indicaba la derogación de todas estas leyes pero se mantuvieron intactas, demostrando que el FA ajusta su conducta política según sea oposición o gobierno. Cuando accedió al gobierno, ignoró que el Derecho es el escudo de los débiles, que la geografía es más importante que la ideología y que las negociaciones que involucran al país tienen de todo menos romanticismo. Pero sobre todo, no tuvo ni tiene en cuenta que la realidad del poder impone su criterio y que en todo escenario conviene recordar el legado de Lord Palmerston de que los intereses de los Estados son el único valor permanente.

Sin embargo, la ideología desplazó a la realidad y el gobierno uruguayo fue absorbido por un socialismo internacional diseñado como sublema electoral bajo el que acumularían distintos gobiernos "amigos". E incorporó como "letrista" y financista a los oleaginosos regímenes de Chávez y de Maduro, pobres caricaturas del fascismo del siglo XX.

En otras palabras, el FA sacrificó la coherencia para convivir con dualidades y procedió como el estudiante que festeja ruidosamente un examen que salvó copiando. Y aunque sabe que tiene "la cola sucia", ya le resulta hasta cómodo.

Por esa razón, el Pit-Cnt y muchos sectores del FA actuaron como lo hizo Mujica con Cristina Kirchner cuando inauguró el "tren de los pueblos libres" y es lo que explica su recomendación posterior de subir al "estribo" del Brasil de Lula, Dilma y el PT. Una incoherencia más asociada a la corrupción del populismo proyectado en toda la región.

En consecuencia, lo que se construyó en Institucionalidad y respeto a la Constitución y a la ley perdió todo valor ante los dogmáticos que no admiten que sus causas políticas se sometan a la barrera de lo jurídico. Basta recordar que los terroristas etarras terminaron siendo vistos en nuestro país como románticos "master chefs". Y también que todo el Frente Amplio resistió la sentencia judicial que determinó su extradición en el Hospital Filtro, incluyendo un ómnibus cargado de armas como se comprobó.

Por otra parte, los más de 150 muertos en Venezuela son para el sindicalismo estalinista una victoria del socialismo contra las hordas financiadas por el Imperio del Norte. Para el fascismo de Maduro los jóvenes que combaten su dictadura en la calle "codo a codo" siempre son menos que dos. Lo mismo sucede en el caso del presidente "compañero" de Nicaragua, que fuera homenajeado por gobierno municipal del Frente Amplio sin tener en cuenta el conocido antecedente de abuso de su hijastra menor por quienes se movilizan contra la violencia doméstica.

¿Por qué son distintos víctimas y victimarios? ¿Por qué unos son semihumanos y otros no? La respuesta la saben todos. El que piensa distinto a los rectores del pensamiento no tiene derechos, es más, los pierde por opinar o defender posiciones diferentes.

Eso explica que una Política Exterior que debería ser de Estado, solo muestre que se encuentra en "mal Estado", y que el Uruguay, antes reconocido por aferrarse a la impersonalidad de la ley y a los dictados del Derecho Internacional, hoy, al impulso de la incoherencia sea capaz de aprobar una ley que exonera al Estado de pagar lo que dispongan sentencias condenatorias (pobre Montesquieu) y Arbitrajes Internacionales si argumenta que no dispone de los recursos necesarios para hacer su pago.

En consecuencia, la incoherencia nos ha llevado a perder credibilidad tanto interna como externamente. En ese "toma y daca" hacia adentro del Frente Amplio se proyecta la imagen del Uruguay, del anarquismo ecuménico, el de los números negativos, el de la corrupción solidaria, el que aprendió a través del populismo, que lo que menos importa es la seguridad jurídica, porque mientras se gasta sin tasa ni medida los problemas serán de los que vendrán.

La incoherencia del Gobierno y la "cola sucia" del Frente Amplio reclaman otro rumbo. Los uruguayos no somos conscientes del grado de destrucción en todos los aspectos a que hemos llegado. Es hora de cambiar el gobierno y una alternativa se prepara.

EDITORIAL

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