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Stalin vive y lucha

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El Frente Amplio tiene un problema y es un problema muy serio. Uno de sus referentes, el Partido Comunista, y la central sindical “camarada” han jugado todas sus cartas en defensa de una dictadura que hace alarde de sus presos políticos.

La crisis de Venezuela ha producido un impacto inesperado en la interna del Frente Amplio y en las filas de la central sindical. El disparador fueron los exabruptos del presidente Maduro contra el gobierno uruguayo al que acusó de conspirar con los Estados Unidos para desestabilizar su régimen e intervenir en los asuntos internos de su país.

La reacción del presidente Vázquez es compartida por todos los uruguayos, salvo por el Partido Comunista y el secretario general del Pit-Cnt que en nombre del "pueblo uruguayo" manifestó su respaldo al régimen, ambos basados en la visión marxista de la lucha de clases y en la revolución orientada a instalar la dictadura del proletariado.

Los hechos nos demuestran que todavía existen sectores de la izquierda que sufren de una obsolescencia irreversible sin capacidad de adaptarse a los tiempos, y que aún justifican el patrullaje ideológico, a los infiltrados en los centros de poder y a los "gulags" y sus emblemáticos paredones.

Lo inaceptable no es la ideología que toda persona tiene derecho a defender, sino la insistencia en un dogmatismo que no sabe de tolerancia ni de derechos humanos. Una vuelta a un pasado que pretende ignorar la realidad desde su hemiplejia moral para sostener regímenes fascistas como el de Venezuela, respaldado por la inteligencia cubana, militares corruptos y "chavistas" tragicómicos que han llegado hasta a formular un nuevo "padre nuestro" equiparando a Chávez con un mensaje de salvación.

Lo más preocupante es que el pueblo venezolano carece de alimentos, medicinas, atención mínima, y ha perdido el bienestar medio que en otros tiempos era sustentado por el precio del petróleo y por gobiernos menos extravagantes.

Los actuales "dinosaurios" marxistas no quieren reconocer que el socialismo entró en colapso por la insuficiencia de su capacidad productiva y que la globalización sólo puede enfrentarse ganando en eficiencia y competitividad tanto en el mercado interno como en el externo.

Lo que identifica a estas izquierdas rígidas es que se ven como una solución en busca de un problema, y terminan descubriendo que el ciudadano quiere vivir con seguridad, sin sobresaltos, con mínima inflación y con libertad. Por eso se resisten, porque no quieren enfrentarse al dictado de la realidad que hoy les ha demostrado que las utopías son tan difíciles de dejar como las drogas, y que a pesar de que hablan en nombre del pueblo y de los más postergados multiplican la pobreza igualando hacia abajo.

En estos "paraísos" socialistas la intolerancia y la restricción a la libertad de opinión terminan confluyendo con políticas económicas irracionales, rupturas institucionales, discursos conspirativos y mayor concentración de poder.

Maduro no quiere aceptar que la opción actual puede ser entre una democracia liberal o social según se entienda el rol del Estado, pero no entre dos autoritarismos, uno de izquierda rabioso y dogmático y otro de derecha tan violento como degradable. Y para justificar el primero tiene que inventar el segundo.

La búsqueda de la igualdad y la justicia social es un objetivo compartido por todo demócrata. Pero los medios a utilizar son precisamente los discutidos. Y de eso se trata la democracia y la protección de los derechos fundamentales.

Encerrarse en una fortaleza autoritaria y corrupta es lo que el gobierno de Venezuela hace.

La respuesta la tiene la comunidad internacional, no recurriendo a la intervención sino aplicando los Tratados Internacionales a que se han obligado los Estados signatarios para preservar la institucionalidad y el orden democrático.

El insulto y la procacidad de los gobernantes no sólo son señales de mala educación y ordinariez, sino que proyectan la imagen de su fragilidad e impotencia para gobernar conculcando libertades.

Nuestro continente no merece tener gobernantes con coros ideológicos que los respaldan creyendo todavía que la creación del "hombre nuevo" solo se logra imponiendo la dictadura del proletariado.

El Frente Amplio tiene un problema porque fracasó su solución y tendrá que enfrentarlo. Pero la mayoría del Pit-Cnt y el Partido Comunista deben asumir que su falta de humildad no les permite buscar caminos manteniendo la idea de preocuparse por los demás. Y ese fin que persigue todo partido político solo puede buscarse sin agraviar ni imaginar conspiraciones para justificar fracasos.

Un buen comienzo sería que los marxistas del siglo XXI pudieran enterarse de que el carnicero Josif Stalin murió dejando el perfil más repulsivo que puede mostrar un ser humano.

EDITORIAL

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