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Los "antivacunas" inciden en la salud mundial

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En noviembre de 2010, un juez español decretó el estado de excepción en el derecho de los padres y madres a no vacunar a sus hijos: autorizó la vacunación forzosa de un grupo de niños que no había visto la aguja de un médico en su vida. 

Reacias a las vacunas y agrupadas en el barrio del Albaicín, en la ciudad de Granada, estas familias crearon con sus hijos en un colegio de la zona una anomalía dentro de la denominada inmunidad de grupo: eran tantos los menores sin vacunar que se generó el caldo de cultivo perfecto para que el sarampión saltara de un niño a otro hasta provocar un preocupante brote que afectó a medio centenar de personas.

Esta semana un niño se infectó de difteria (una enfermedad que produce inflamación de las vías respiratorias) en Olot, Cataluña. Está internado en una unidad de cuidados intensivos y, si bien permanece grave, está respondiendo al tratamiento. Sus padres declararon a los medios españoles que se sienten "engañados" por los antivacunas que los convencieron de no vacunar a sus hijos.

La Organización Mundial de la Salud, firme promotora de la vacunación, emitió un comunicado en abril en el que asegura que la inmunización evita anualmente entre dos y tres millones de muertes. De todas formas, advierte que 21,8 millones de lactantes de todo el mundo aún no reciben las vacunas básicas. Según la OMS, la inmunización previene enfermedades, discapacidades y muertes por enfermedades prevenibles tales como el cáncer de cuello de útero, la difteria, la hepatitis B, el sarampión, la paroditis, la tos convulsa, la neumonía, la poliomielitis, las enfermedades diarreicas por rotavirus, la rubéola y el tétanos.

La poliomielitis está cerca de su erradicación gracias a la inmunización, que también ha logrado disminuir la mortalidad del sarampión en un 74% en solo una década (de 2000 a 2010). Esta enfermedad, que va camino a desaparecer por medio de las vacunas, como sucedió con la viruela, está reapareciendo en algunos países ricos donde estaba casi suprimida.

Un artículo publicado el año pasado en la revista Pediatrics, de la prestigiosa Academia Americana de Pediatría, concluye que los padres que se niegan a vacunar a sus hijos son impermeables a mensajes como el número de muertes que se evitan o imágenes de niños sufriendo por enfermedades que se podrían prevenir con vacunas. "En general, tendemos a sobreestimar la capacidad de persuasión que los datos y la ciencia tienen sobre la gente en temas polémicos como las vacunas", dijo su autor, Brendan Nyhan.

El pediatra español Carlos González, autor del libro En defensa de las vacunas, explica que a medida que la enfermedad va desapareciendo y la población la olvida (los más jóvenes ni siquiera han visto sus consecuencias), el miedo a la dolencia se convierte en temor a los efectos secundarios de las vacunas, que aunque pueden existir, son escasos y, en la mayoría de los casos, leves.

Mientras organizaciones internacionales recaudan miles de millones de dólares al año para llevar las vacunas a países donde escasean, en los lugares donde sobra el dinero para ellas hay un movimiento que las rechaza. González argumenta en su libro que los antivacunas logran introducir en internet ciertas falacias y mitos que exageran los efectos secundarios. Minimizan la efectividad de la inmunización y hablan en nombre de "lo natural" frente a "lo químico". En buena medida se sirven de teorías conspirativas entre los laboratorios y los gobiernos.

La doctora Jennifer Raff escribió el año pasado en el diario estadounidense Huffington Post: "Las vacunas no siempre son cien por cien efectivas, por lo que es posible que un niño vacunado se contagie si está expuesto a la enfermedad. Peor aun, hay algunas personas que no pueden vacunarse porque son inmunodeficientes, o porque son alérgicas a algún componente. Esa gente depende de la inmunidad colectiva para su protección. Quienes deciden no vacunar a sus hijos frente a enfermedades infecciosas no solo están arriesgando la salud de sus hijos, sino también la de otros niños". (EN BASE A EL PAÍS DE MADRID)

a dos años de la vacuna contra el hpv

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