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El arte de afinar el Estado: los contratos precarios de la Ossodre

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Seis de cada 10 músicos de la Ossodre también integran la Filarmónica de Montevideo. Foto: A. Colmegna
Maestro Martin Garcia en ensayo de la Orquesta Sinfonica del Sodre, Ossodre, en el Auditorio Adela Reta, Montevideo, ND 20170322, foto Ariel Colmegna - Archivo El Pais
Ariel Colmegna/Archivo El Pais

La Orquesta del Sodre ensaya con la intención de ser el mejor elenco estable de la región, pero al compartir el 60% de su plantilla de músicos con la Filarmónica de Montevideo, el resultado no es el deseado. Ante la ausencia de una solución de fondo, las autoridades se las ingenian para compatibilizar horarios y que el show continúe.

Suena Mozart y todo parece en calma. El director mueve la batuta y los músicos responden sin excusas. Pero detrás de la armonía que logra la Orquesta del Sodre se esconden dificultades que impiden que este cuerpo estable alcance la excelencia. Hace 10 años que no se hacen concursos para nuevos ingresos y más de 30 que se comparten músicos con la Filarmónica de Montevideo debido a los bajos salarios que se pagan en el rubro.

Cuando el talento se divide, el beneficio no siempre se multiplica. Entre la Filarmónica y la Orquesta comparten el 60% de los músicos, un "sinsentido para un país pequeño como Uruguay", dice Hugo Achugar, exdirector de Cultura. En todo caso, "alguien tendrá que tomar la decisión de unir esfuerzos o buscar una solución".

Mientras, las autoridades del Sodre y la Intendencia de Montevideo se las ingenian para que los programas de ambos elencos no se pisen. Ese maravilloso ejercicio de coordinación tiene que contemplar las giras, las temporadas de ópera, de ballet y los ensayos. La buena planificación es, por ahora, el regocijo que encuentran los líderes políticos ante una dificultad que, dicen, han heredado y el presupuesto no permite resolver con celeridad.

El maestro Martín García no tiene problema en frenar el ensayo durante siete minutos para repasar unas notas que no suenan como quiere. Al oído de un espectador poco entrenado, cada pasada de los violines y los fagots (instrumentos de viento con apariencia de arma medieval) parecen devolver el mismo sonido. Pero para el director de la orquesta, las ondas invisibles que se transportan en el aire y entran por su oreja no se ajustan con perfección a la partitura.

En una orquesta de música clásica, la disciplina, las horas de ensayo y de estudio son claves. Por eso, repartirse el tiempo entre dos bandas, cada una con su repertorio, "termina afectando la calidad artística", insiste el violinista Daniel Lasca. Las prácticas de cada mañana en el Auditorio del Sodre no pueden superar las tres horas, porque la mayoría de los músicos debe apurarse para llegar al ensayo de la Filarmónica. En los países vecinos las sinfónicas trabajan al menos cuatro horas seguidas y luego cada componente hace su ejercitación en la casa, más distendido.

"Esa multitarea implica un desgaste mental y físico", sostiene Lasca, que como concertino —es el primer violín— se encarga de ser el interlocutor entre el director y los artistas. Su sola mirada basta para que algún engranaje fuera de lugar vuelva a cuajar en la máquina de sonido. Pero ese prestigio, y los más de 30 años de actividad en los principales elencos de Uruguay y Buenos Aires, no lo libran de repartirse entre los dos elencos.

Si bien esta multitarea no es nueva, dice que para ser referentes es necesario hacer un cambio. La remuneración en la orquesta "es la mitad" que en las principales compañías de la región, lo que vuelve tentador, sobre todo para los jóvenes, la posibilidad de emigrar. Y aunque esa sea una práctica habitual en el deporte, o en el ballet, "en la orquesta significa perder estabilidad y crecimiento profesional", dice Lasca.

El músico, como el vino, se hace bueno con los años. Pero además, cada componente ocupa un lugar y la rotación perjudica el normal funcionamiento. Estos elencos tienen una organización jerárquica, muy piramidal, que implica que cada grupo de instrumentos tenga su líder, que a su vez responda al jefe de la orquesta, que además siga las órdenes del director.

Según García, "hoy no hay grandes vacantes, salvo un par de cornos". Pero el problema es que más de un tercio de los músicos tiene un régimen de contrato artístico que vence cada año, cuya renovación implica un trámite burocrático y, según los artistas que están en esta situación, "escapa a la legalidad".

Llenar el bache.

El último concurso para ingresar a la orquesta del Sodre fue en 2006. Pero como hay quienes se jubilaron o retiraron, se encontró un mecanismo provisorio para ocupar los lugares faltantes: los contratos artísticos. Se trata de un tipo de acuerdo pensado para los artistas que van a cubrir una temporada, reforzar una gira concreta o suplir a alguien con licencia médica, "pero no para un puesto estable", dice Gabriel Pereira, representante de los 38 músicos que están bajo este régimen.

El contrato artístico, que en teoría no puede renovarse por más de cinco años aunque el 90% lleva el doble de tiempo, vence cada año y, por temas administrativos, "a veces se atrasan los pagos", reconoce el presidente del Sodre. "Aunque haya buena voluntad de todas las partes, es real que los derechos no son los mismos para los trabajadores que cumplen una misma función". Estos 38 músicos no generan antigüedad, son pasibles de que se les rescinda el contrato en cualquier momento, no tienen canasta de fin de año y tampoco pueden pedir una licencia sin goce de sueldo, una necesidad para un arte que implica la formación constante en el exterior.

En un intento por calmar las aguas, el Consejo del Sodre decidió que el año próximo volverán los concursos. La idea, dice su presidente, es abrir el espacio a 11 cargos, aunque no suplan todas las vacantes generadas en más de 10 años sin concursos. Aún no está resuelto si quienes ya ocupan un cargo, como contrato artístico, tendrán prioridad o no.

Hay otro grupo de artistas, alrededor de 20, que llevan menos tiempo y han ingresado por fideicomiso. Los US$ 26 millones que el Sodre ejecutó de su presupuesto en 2016 incluyen estos contratos que gestiona la Corporación Nacional para el Desarrollo con esta herramienta económica y que suponen unos US$ 15 millones. Una quinta parte del presupuesto del Sodre se destina a la Ossodre.

El fideicomiso funciona como vía indirecta para contratar sin necesitar de presupuestar funcionarios. Pero esto lleva "a una privatización de los elencos estables", cuestiona Lasca, que a su juicio terminan dependiendo más del director de turno que del organismo en sí. "Hoy el Ballet Nacional es la compañía de Julio Bocca, de Ballet Nacional tiene poco", ironiza.

Pero, ¿tiene un Estado la obligación de destinar dinero público a una orquesta de música clásica? ¿Se justifica que el 44% del presupuesto nacional de cultura vaya al Sodre y, por tanto, a sus cuerpos estables? ¿Vale la pena destinar millones de dólares a un género que solo moviliza, según el último Informe de Industrias Creativas, el 4,8% del total de asistentes a espectáculos en vivo?

Para el director García no hay duda: vale la pena. "La música clásica es un tesoro de la humanidad y no se puede privar el acceso a la sociedad". Es evidente que este género necesita el apoyo estatal para llegar al interior o a los barrios.

Mariana Percovich, directora de Cultura de la comuna capitalina, agrega: "Este año la Filarmónica realizará la misma cantidad de conciertos en los barrios que en el Solís y eso no se mide solo en cantidad de público, sino en un proceso".

Hace más de 10 años, una investigación del Sodre demostraba que la mayoría de los uruguayos "están dispuestos" a destinar parte de sus impuestos a los elencos estables, aunque no sean consumidores directos. Puede que en este tiempo esa idea siga intacta, pero también incambiados están algunos de los problemas de estos elencos.

El auge de los 50, la dictadura y la baja calidad

La orquesta del Sodre tuvo su época de oro en los años 50 y 60. Pero la crisis económica de entonces hizo que los mejores artistas comenzaran a irse del país. La situación se acentuó con la llegada de la dictadura y el exilio de gran parte de los músicos. Como forma de ocupar los lugares vacíos, comenzó a entrar "gente sin formación", dice el concertino Daniel Lasca, quien estuvo exiliado y recién retornó a Uruguay en 1985. Algunos de ellos, aclara, "lamentablemente siguen". Al término del régimen de facto, las autoridades fijaron que los horarios de la compañía nacional y la Filarmónica de Montevideo cuajaran. Así comenzó un peregrinaje de artistas que optaron por engrosar sus ingresos al sumar su presencia en los dos cuerpos estables. Recién la jubilación y el retiro modificaron la conformación, pero la entrada de los nuevos talentos estuvo teñida de reclamos sindicales y de dificultades administrativas.

Seis de cada 10 músicos de la Ossodre también integran la Filarmónica de Montevideo. Foto: A. Colmegna
Seis de cada 10 músicos de la Ossodre también integran la Filarmónica de Montevideo. Foto: A. Colmegna
Seis de cada 10 músicos de la Ossodre también integran la Filarmónica de Montevideo. Foto: A. Colmegna
Seis de cada 10 músicos de la Ossodre también integran la Filarmónica de Montevideo. Foto: A. Colmegna
Seis de cada 10 músicos de la Ossodre también integran la Filarmónica de Montevideo. Foto: A. Colmegna
Seis de cada 10 músicos de la Ossodre también integran la Filarmónica de Montevideo. Foto: A. Colmegna
Seis de cada 10 músicos de la Ossodre también integran la Filarmónica de Montevideo. Foto: A. Colmegna
Seis de cada 10 músicos de la Ossodre también integran la Filarmónica de Montevideo. Foto: A. Colmegna
Seis de cada 10 músicos de la Ossodre también integran la Filarmónica de Montevideo. Foto: A. Colmegna
Seis de cada 10 músicos de la Ossodre también integran la Filarmónica de Montevideo. Foto: A. Colmegna
Seis de cada 10 músicos de la Ossodre también integran la Filarmónica de Montevideo. Foto: A. Colmegna
Seis de cada 10 músicos de la Ossodre también integran la Filarmónica de Montevideo. Foto: A. Colmegna
Seis de cada 10 músicos de la Ossodre también integran la Filarmónica de Montevideo. Foto: A. Colmegna
Seis de cada 10 músicos de la Ossodre también integran la Filarmónica de Montevideo. Foto: A. Colmegna
Seis de cada 10 músicos de la Ossodre también integran la Filarmónica de Montevideo. Foto: A. Colmegna
Seis de cada 10 músicos de la Ossodre también integran la Filarmónica de Montevideo. Foto: A. Colmegna

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