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Cuando dar a luz es un parto

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El 32% de los partos en el Clínicas fueron inducidos; se espera que no supere el 10%. Foto: G. Pérez
Cirugia de cesarea en quirofano en la Asociacion Española, parto, medicos cirujanos, instrumentistas quirurgicos y anestesistas, equipo de cirujia, Mvdeo., ND 20160122, foto Gerardo Perez

Una organización de mujeres que sintieron vulnerados sus derechos durante los nacimientos de sus hijos, impulsa un proyecto de ley para corregir lo que llaman “violencia obstétrica” e instalar el “parto humanizado”. Los ginecólogos aseguran que algunas prácticas ya están cambiando y defienden su trabajo.

Durante el parto se sintió violada. Ella, a quien llamaremos Marta, había estudiado todos sus derechos para el momento de dar a luz a su segundo hijo. Sabía que comer y beber con la bolsa rota no le traería ninguna consecuencia, también que prefería no ser inducida, que en el caso de ir a cesárea su acompañante podría acompañarla en todo momento e incluso que ella tenía el derecho a ser la única que alimentara a su bebé ni bien naciera. Pero había un detalle que, entre tanta planificación, se le había pasado por alto: no quería que le hicieran la episiotomía, ese corte vaginal que se realiza para evitar el desgarro de tejido. Y una vez que la médica de guardia anunció que no podía esperar más", que el bebé ya estaba asomando la cabeza, dio tres tijeretazos y Marta lo vivió como una violación.

Hace cuatro años y medio que no pisa el consultorio de un ginecólogo. Le da pánico el hospital y el olor a alcohol con el que desinfectan las herramientas quirúrgicas; demoró más de seis meses en tener una relación sexual y hasta le da vergüenza mirarse sus genitales. Aquella cicatriz dice mucho más que la felicidad de un nacimiento, habla del "quebrantamiento de derechos", según ella, y de un "parto no respetado". O de violencia obstétrica, como le dicen las organizaciones sociales que buscan un cambio en este sentido.

Desde la primera consulta por un embarazo, a toda mujer se le hace un seguimiento cuyos datos nutren el Sistema Informático Perinatal. Esta plataforma, que está establecida por norma, sigue las directivas generales pautadas en América Latina y el Caribe hispano. Sin embargo, las parejas que idean un "plan de parto" específico —y esto abarca, por ejemplo, la elección de la posición para parir o el deseo de recibir o no una analgesia obstétrica—, deben entregarlo en forma escrita al médico tratante, explica Gerardo Vitureira, secretario de la Sociedad Ginecotológica del Uruguay. Es una responsabilidad exclusivamente de la usuaria.

Estas "exigencias" a veces parecen chocar con la voz del médico, cuya función es la del conocimiento y la preservación de la vida de los pacientes. Pero dado que los propios usuarios de la salud acceden a más información en general, el tema viene cobrando relieve. Marta y las demás afectadas no creen que el médico incurra en actos violentos por falta de profesionalismo, sino que apunta a problemas generales del sistema.

La ONG Nacer y Ser busca convertir en ley el "parto respetado" o "humanizado". La obstétrica es una de las violencias de género mencionadas en el "proyecto de ley integral para garantizar a las mujeres una vida libre de violencia", actualmente en discusión parlamentaria. Pero, según la abogada Verónica Robles, redactora de un nuevo texto que ingresará al Legislativo este año, "el parto respetado es más amplio e incluye a los bebés y los acompañantes: no es un tema de género".

En todo caso, dice Robles, es una violencia privada que se ejerce en un contexto obstétrico. Puede que se dé mediante amenazas ("si no hacés tal cosa ponés en riesgo la vida de tu hijo"), que haya una invasión del espacio íntimo (médicos que revisan la dilatación sin siquiera saludar o pedir permiso a la mujer) o con la violencia indirecta de no respetar los tiempos.

Las promotoras de esta iniciativa buscan que haya una protección del proceso de embarazo desde que se concurre por primera vez al obstetra hasta pasados los 40 días de haber nacido el bebé —que es lo que incluye la atención posparto. De prosperar este último proyecto, ya en los primeros encuentros con el médico, a la usuaria se le entregará una cartilla con todos los posibles procedimientos médicos, los pro y los contra, y deberá dar su consentimiento previo. Según Robles, "esto es una garantía para que se respete la voluntad sobre el cuerpo de la mujer, para que no se apure un parto sin sentido y para que el médico esté más protegido".

¿Inhumano?

El problema con estos conceptos de "parto humanizado o respetado", dice Vitureira, es que encierran el preconcepto de que hay un tipo de parto "inhumano". "Es un contrasentido".

En Uruguay, explica el médico, "lo que se entiende por parto humanizado viene de la época de Caldeyro Barcia", un reconocido ginecólogo que murió en 1996. La idea fundamental es que las intervenciones médicas tengan una evidencia científica y un beneficio. "No hacer por hacer".

Eso fue cambiando algunas prácticas. "Antes había instituciones en que las episiotomías eran rutinarias, porque se tenía el concepto de que así se preservaba la función del piso pélvico y se protegía de mayores desgarros". En 2001, a raíz de un proyecto universitario, comenzó este proceso de cambio que también incluyó la posibilidad de deambular, ingerir líquidos y alimentos durante el trabajo de parto, no realizar episiotomía ni enemas rutinarios, y permitir a la mujer la mejor posición para parir.

El resultado, al menos en el Hospital de Clínicas donde trabaja Vitureira, es que entre las mujeres que en 2016 acabaron en un parto vaginal espontáneo solo al 16% se les realizó una episiotomía. También se logró reducir los partos acostados, que son más cómodos para los médicos pero no contribuyen al trabajo de parto. En este hospital el 97% parió semisentada y el resto sentada completamente o de cuclillas.

Sin embargo, hay cifras que están por encima de las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud. Si bien ello no implica que haya una violencia, sí puede dar cuenta de procedimientos que no respeten los tiempos naturales a la hora de parir. En el propio Clínicas, el 32% de los partos comienzan con inducción —liberación de la hormona oxitocina que provoca las contracciones uterinas—, pero según la OMS en ninguna región deben superar el 10%.

Marta, que fue inducida en su primer parto aunque acabó en cesárea, recuerda que las contracciones con oxitocina artificial son más dolorosas. Y cuenta que "jamás" le explicaron las contraindicaciones que pueden tener estas prácticas.

Las altas tasas de cesáreas son otro indicador de posibles problemas en el sistema. En Uruguay estas intervenciones crecieron un 29% en dos décadas, situando el promedio por encima del 40%, cuando la recomendación de la OMS es que sean inferiores al 15%.

Muchas de estas cifras no se hacen sistemáticamente públicas. Por eso el proyecto de ley plantea la creación de un "observatorio de violencia en contexto obstétrico y procedimientos afines". Su idea es que este centro se financie con las multas que les cobrarían a los profesionales de la salud que se negaran, sin justificación, a acudir a las capacitaciones especiales que prevé el texto en cuestión.

Por más que la competencia reglamentaria y las posibles sanciones serán de la órbita del Ministerio de Salud, el proyecto pone el énfasis en la importancia de la capacitación que, seguramente, recaiga en los especialistas de la UdelaR, dice Robles. Esto incluye un cambio en la currícula de ginecólogos, neonatólogos, parteras y enfermeros.

"La normativa viene a cubrir una necesidad de cambio de cabeza", explica Melania Raszap, directora de Nacer y Ser. Dice que muchas personas son víctimas de violencia obstétrica pero no se dan cuenta de ello. "A veces es el propio entorno que limita a la mujer: si vos estás bien y el bebé está bien, ¿para qué seguís con este asunto?". Otras veces, cuenta, "hay tal impacto emocional que hace imposible enfrentarse a una denuncia en la institución o en la Justicia".

Como sucedió con otros tipos de violencia, concluye Raszap, "lo primero es que se instale el debate".

ENTRE MITOS, REALIDADES Y DERECHOS.

La cuenta regresiva.

La rotura de bolsa es uno de los llamados de atención que implican la consulta médica. No significa que el bebé ya vaya a nacer, de hecho puede hacerlo incluso un día después, pero sí es importante que el equipo profesional evalúe si efectivamente es una rotura de membranas, dice el ginecólogo Gerardo Vitureira. Es relevante que se verifique que está todo bien. Por práctica médica, en Uruguay ante la rotura de bolsa comienza el proceso de internación y "no se recomienda" el regreso al hogar, como sí sucede en algunos países europeos.

Juntos en el momento.

Existe una ley que regula lo relativo al acompañamiento de la mujer en el preparto, parto y nacimiento. Allí se consagra el derecho a "estar acompañada por alguien de su confianza" y obliga a los centros asistenciales a informarla de ello.

El corte (in)necesario.

"Te tengo que cortar (episiotomía) porque si no ¿cómo te coloco el fórceps?". Esta frase, que según activistas en el asunto se dice textual en las salas de parto, no tiene lugar salvo que "un médico evalúe el periné y confirme que hay riesgo de un desgarro", explica Vitureira.

Comer con moderación.

El mayor miedo a ingerir alimentos era que podía provocarse el vómito durante la intubación, en el caso de una anestesia general por cesárea. Pero hoy el 99% de estas intervenciones son con anestesia raquídea. Es un ejemplo del adelanto en las prácticas médicas. Y en todo caso, dice el médico, es importante que el profesional explique de qué se trata la operación y sus contraindicaciones.

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El 32% de los partos en el Clínicas fueron inducidos; se espera que no supere el 10%. Foto: G. Pérez

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