Publicidad

La pelota sí se mancha

Compartir esta noticia
Daniel Fonseca criticó duro al presidente de Liverpool, José Luis Palma. Foto: R. Figueredo
27 2 2015 DANIEL FONSECA FOTO FIGUEREDO

Ropa, surtidos de supermercado, autos y hasta apartamentos: los empresarios no escatiman a la hora de comprar la lealtad de las jóvenes promesas del fútbol. La pelea por el contrato de un jugador dejó a la vista un negocio irregular que desde hace años es un secreto a voces.

Gerardo "Boca" Arias es de esas personas que cuando está sentada frente a una mesa acapara la atención. Todos lo miran, todos lo escuchan, todos sonríen, todos asienten con la cabeza. Sus excentricidades están a la vista: camisa color rosado intenso, chaleco de traje azul, un enorme anillo negro y oro. Pero sobre todo llama la atención su tono de voz ronco y desgastado. Él se define como un tipo "de barrio". Camisetea por vivir al lado de la cancha de Basáñez, en Malvín Norte. Es en carne viva todos los clichés que alguien puede tener sobre un contratista de fútbol. Mientras los demás comensales —entre ellos su representado Mathías Abero, a punto de cerrar contrato con Newells Old Boys— comen milanesas de pollo, Boca Arias revuelve una sopa que se le enfría porque no puede dejar de hablar.

Empresarios como él hoy están en la mira de la Secretaría Nacional del Deporte. Se los investigará por una eventual evasión de impuestos y conducta ilegal, luego de que el presidente de Liverpool, José Luis Palma, apuntara contra el contratista Daniel Fonseca y dijera que este "roba" y se "adueña" de los futbolistas.

"Le pegan a Fonseca porque se llevó un jugador. Un hombre tiene que quedarse calladito. Esto es como que vos me llevaras una mina y yo saliera a decir: Carlos es puto, Carlos toma merca. ¿Para qué? Me quedo calladito y el día que te cruce, cuando te vea, te rompo todo. Es de putas salir a hablar. Esto nos hace mal a los empresarios. No le hace mal a Palma, que gana un montón de plata por día. Y lo digo yo que soy amigo de los dos", señala el Boca en un restaurante del Montevideo Shopping. Pese al embale, corta su discurso para saludar al expresidente de Nacional, Ricardo Alarcón, que lo ve y se acerca a darle un abrazo.

Esta polémica no es nueva. "Es algo que lleva más de 30 años", reconoce el director de la secretaría de Deporte, Alfredo Etchandy. Sin embargo, el tema tomó mayor notoriedad en los últimos días, luego de que Fonseca confesara en una entrevista con el programa de televisión Punto Penal que compra jugadores, cosa que está prohibida por la ley 14.996, que establece que personas físicas no pueden ser dueñas de deportistas. Las normas de la FIFA tampoco lo permiten. Y la que debería controlar esto es la AUF, aunque dice que no tiene mecanismos para hacerlo.

El exfutbolista salió a hablar en el marco de un conflicto con Liverpool por el juvenil Pablo García, que también forma parte de la selección sub 20. Fonseca pretendía que este firmara con el club un contrato con una cláusula de rescisión por US$ 1,5 millón. Palma exigía que la cláusula fuera por US$ 8 millones, y acusaba a los contratistas de poner cifras bajas para después robar jugadores. ¿De qué manera? Si el jugador se vendiera, por ejemplo, por US$ 5 millones, el 80% del pase sería para el club, por lo tanto cobraría US$ 4 millones. En este escenario Fonseca podría pagar la cláusula, llevarse a García, y obtener una ganancia de US$ 2,5 millones.

Pese a lo que establecen las normas, en la realidad hay muchos contratistas que tienen en sus manos los derechos de los futbolistas. En el fútbol existen dos tipos de derechos: los federativos (los únicos que reconoce la FIFA), que corresponden en un 100% al club en el que juega el deportista; y los económicos, que son los que los cuadros suelen vender a los empresarios cuando se encuentran en aprietos. Al momento del pase, el contratista se queda con la parte del jugador que compró, casi siempre a precios irrisorios para los caudales que se manejan.

"Así fue que empezó todo este lío: un club necesitaba dinero, entonces fue un contratista y le dijo: bueno, yo te doy lo que precisás, pero aquel rubiecito que juega bien es mío y cuando se venda me quedo con la plata", explica Etchandy. Esto no es legal, pero en un fútbol pobre, en el que al inicio de cada campeonato todos los clubes tienen que estar al día con los sueldos de sus jugadores, es la forma que encuentran de tapar agujeros.

"Que Palma se deje de romper los huevos con esto. Yo me río cuando dicen que van a poner cámaras, que van a hacer esto o lo otro. ¡Que mejor les paguen a los jugadores! Hay cuadros que deben ocho meses, hay cuadros que deben seis. ¿Y después la culpa es de los contratistas?", cuestiona un quejoso Boca Arias.

También hay casos, como el de García, en que la situación incluso puede ser más difícil para el club. Los cuadros solo tienen permiso para firmar contratos con 35 jugadores, incluyendo a aquellos que pertenecen a la primera división. Por eso hay muchos que ni siquiera tienen un documento que los ate a los equipos en los que juegan. Esto permite a los empresarios llevárselos sin pagar un peso.

Palma, apuntando hacia Fonseca, dijo también en Punto Penal que hay otra forma en la que los contratistas se apoderan de los jugadores. Sostuvo que les "compran la conciencia" con obsequios. Fonseca jura que en realidad lo que él y otros contratistas hacen es "ayudar" a las familias, a las que Liverpool, según él, les da $ 1.800 por mes o como mucho $ 10.000. Los que defienden a Palma sostienen que eso no es un sueldo, sino un viático, y que los juveniles no tienen por qué cobrar un salario ya que no deberían tener sobre sus hombros el peso de mantener a sus familias. También señalan que mientras Fonseca les da dinero a algunos pocos representados, los clubes deben formar a más de 100 jugadores cada año.

Daniel Fonseca criticó duro al presidente de Liverpool, José Luis Palma. Foto: R. Figueredo
Daniel Fonseca criticó duro al presidente de Liverpool, José Luis Palma. Foto: R. Figueredo

"A mí me parece bárbaro que Fonseca les dé dinero a los jugadores. Si hay un gurí que juega en Liverpool, la mamá vende tortas fritas, el papá trabaja en la construcción y no llegan a fin de mes, no me parece mal que Fonseca les dé dinero para vivir. Que Palma les pague $ 1.800 sí me parece mal", dice Boca Arias.

¿Regalos?

Palma pidió que el Banco Central indague a los contratistas por el dinero que mueven sin pagar ningún impuesto. La Secretaría del Deporte anunció esta semana que, sin focalizar el problema solo en la figura de Fonseca, va a comenzar una investigación.

Los que más regalos reciben son aquellos que visten la camiseta celeste. Una fuente de la selección contó a El País que los obsequios van desde dinero (con cifras no menores a US$ 2.000 por mes y que pueden llegar a US$ 15.000), hasta autos e incluso apartamentos, sobre todo para aquellos que vienen del interior del país. Palma dice que en el caso del dinero este debería ser considerado salario, y que por tanto se debería pagar IRPF.

Cuando los jugadores cumplen 18 años los contratistas juegan a ser genios de una lámpara y se les aparecen con un auto cero kilómetro. "Hay autos de todo tipo", sostiene la fuente, pero "los más comunes" son el Volkswagen Gol, el Peugot 208 y el Chevrolet Corsa. A veces, cuando ya saben que van a poder vender al jugador, ponen el auto a nombre de este. Cuando el futuro de un futbolista no es una seguridad, le dicen que se lo regalan, pero en realidad se lo dan a préstamo.

"Hay chiquilines de la sub 20 que tienen un BMW de US$ 70.000", sostiene por su parte el contratista Pablo Boselli, que se declara en contra de hacerles obsequios a los futbolistas y sus familias, y que advierte que por esto ha perdido jugadores que se han ido con otros empresarios.

Boselli tiene dos hijos que juegan al fútbol. Uno de ellos es Juan Manuel, uno de los integrantes de la sub 20 que fue a la última Copa Mundial en Corea del Sur. "Tiene compañeros con autos de 50 o 70 lucas. ¿Cómo se entiende eso? A mí no me entra en la cabeza. Llenan a los chiquilines de plata, entonces pierden la zanahoria, pierden el objetivo. O les va bien, pero después, cuando tienen 35 años y se tienen que retirar, se termina destruyendo toda la familia. Porque ni el padre, la madre o los hermanos trabajan. Perdieron la cultura del trabajo. Y la verdad es que el 80% termina de esa manera, es tremendo".

También hay otros regalos, como surtidos de supermercado para las familias, ropa deportiva cara y pares de botines por doquier, para chiquilines que antes no tenían ni un solo par de zapatos de fútbol. El director técnico de la selección uruguaya sub 17, Alejandro Garay, dijo semanas atrás en entrevista con El País que esto no está bien. "Lo que hacemos es tratar de hacerles comprender que el esfuerzo es lo que recompensa, pero a veces la gente que está cerca de ellos nos tira todo para abajo. Nosotros, por ejemplo, armamos una red, gracias a los utileros de la selección, por la cual los jugadores dejan botines y guantes, porque los chiquilines de la sub 15 a veces llegan con un solo par o con ninguno. Pero cuando logran cierta notoriedad en el club ahí va el representante y les regala tres pares de zapatos juntos", declaró.

El problema con los "regalos", además de lo que plantean Boselli y Garay, es que estos no son tales, sino que luego, cuando el jugador es vendido, el contratista hace el cálculo y lo obliga a pagar la deuda. "Y te cobra algo que no podés controlar. Porque nunca sabés si en realidad te dio ese dinero, o te dio menos. Ellos después calculan y te cobran", dice un jugador que fue representado años atrás por Fonseca, y que prefiere no ser identificado.

"Ellos ven a un jugador que es bueno, que está en un contexto vulnerable, entonces le dan plata a la mamá, al papá, le compran ropa al nene, cuando los llaman les llevan más plata, pero cuando quieren acordar los contratistas hacen y deshacen a su antojo", explica el exfutbolista y hoy escritor, Daniel Baldi, que fue representado por Pablo Bentancur. Dice que su relación con él "era mala" y que "ya en el primer pase hubo irregularidades". Se refiere al año 2003, cuando fue llevado de Plaza Colonia al Cruz Azul, y sostiene que en ese entonces ni siquiera llegó a cobrar el 20% que le correspondía del pase como jugador.

El País intentó sin éxito comunicarse con Bentancur.

Quién gana más.

Boselli, que ganó más de 40 títulos como padelista internacional, hoy es el titular de la empresa Global Business Group (BSG), con la que vende jugadores al exterior. La firma tiene una casa en Montevideo, otra en Roma y acaba de abrir una en Shanghái. Tiene previsto el año que viene inaugurar un complejo cerca del Aeropuerto de Carrasco, para que sus representados del interior y aquellos que viven en la capital con familias carenciadas en barrios de contexto crítico, puedan dormir allí. Hoy tiene un piso en un edificio en el que los jugadores van a almorzar, tienen clases de apoyo de matemática y lenguaje, aprenden idiomas y también cuentan con atención psicológica. Él dice que no les da dinero a los jugadores, que solo a principio de año les compra útiles para el liceo. Y sostiene que otros representantes que sí les dan plata le han sacado deportistas.

"Pasó una vez que vino uno y le ofreció a un chiquilín US$ 5.000 a él, US$ 5.000 al padre y US$ 5.000 a la madre por mes, y entonces se fue", cuenta. Aunque dice que él hace que los jugadores a los que representa firmen un contrato, sostiene que a veces este no se respeta. Y señala que esta plata que desembolsan algunos de sus colegas no es algo que hagan "de buenos", sino que lo hacen sabiendo que la van a recuperar.

La FIFA establece que cuando hay un pase el 20% va para el jugador y el 80% para el club, que es el que debería pagarle su comisión al contratista. Sin embargo, en los hechos, "cada negociación es diferente", advierte el presidente de Defensor, Daniel Jablonka, que dice tener una buena relación con los empresarios.

"El porcentaje habitual en el fútbol para el que conseguía el pase era un 10%, pero ahora hay algunos que piden más. Es distinto si el pase es a Argentina o a Europa, adonde las cifras que se manejan son mayores. También hay que tener en cuenta que a veces el contratista tiene que hacer una inversión, como irse a Europa dos meses para convencer a algún club de que compre", señala Jablonka.

Boselli dice que hay negociaciones en las que el contratista cobra el 5% y otras en las que cobra el 12%. Pero agrega que en su caso, que en vez de darles plata ayuda a la formación de los futbolistas, debería poder negociar un porcentaje mayor. De todas formas, aclara que "este no puede ser más del 30%", porque "no puede ser que un club reciba menos del 70%" —cosa que, sostiene, "a veces pasa" con sus colegas.

Según Boselli, su porcentaje se calcula a partir del 80% que está en manos del club, y él nunca toca el 20% que corresponde a los jugadores. Boca Arias también asegura que el 20% se reserva para los futbolistas y jura que algunos cuadros hacen que este dinero no llegue al deportista. "Se sientan y le dicen: ¿Vos querés que te salga el pase? Bueno, entonces tenés que dejarme el 20%. Eso pasa, pero nadie lo dice".

Control y descontrol.

Los ojos de muchos se posan sobre la AUF y su falta de control. El secretario general de la asociación, Alejandro Balbi, advierte que ellos no cuentan con herramientas como para ejercer fiscalizaciones. "La AUF tiene un registro de los jugadores en cuanto a sus derechos federativos. Todo esto que se está diciendo públicamente de que un contratista es dueño de la mitad, o de todo un jugador, eso a nosotros no nos consta. Para las oficinas de la AUF, los jugadores pasan de un club a otro. O sea, todo esto es ajeno a la AUF. La AUF no tiene mecanismos para controlar", sostiene. Sin embargo, la AUF tiene mandato expreso de la FIFA de vigilar el cumplimiento de las normas, según señaló tiempo atrás a El País el jefe de administración de la asociación, Horacio Pintos.

La Mutual Uruguaya de Futbolistas Profesionales aconseja a los jugadores que no firmen nada con sus contratistas. "A veces llegan jugadores a los que les quieren hacer firmar contratos. Ellos entienden que los tipos les pueden conseguir cosas y a veces terminan firmando. Lo que pasa es que es inevitable, porque son los que tienen llegada con los clubes de Europa. Los dirigentes no llegan", plantea el exfutbolista y presidente de la Mutual, Enrique Saravia.

Para él, en el mundo de hoy, en el que se está a un click de comunicarse con cualquiera en cualquier lugar del mundo, se debería empezar a evitar a los contratistas, y hacer que los jugadores puedan ser transferidos directamente de un club a otro. Hay, sin embargo, quienes piensan que esto es muy difícil.

"Cuesta a veces entender que no es fácil hacer un pase de club a club", señala Jablonka, el presidente de Defensor. "Los contratistas son los que tienen tiempo para estar en Europa. Porque un pase no se hace así nomás, se necesita trabajo, lleva tiempo. En algunos casos pueden ver a un jugador uruguayo porque está en una copa oficial, en algún Mundial, pero a los otros jugadores no los ven. Para vender a un jugador hay que promoverlo, y eso es lo que hace el empresario", explica.

En medio de todo este entramado están los jugadores, que esperan en un costado a que clubes y contratistas decidan sobre su futuro. Daniel Baldi, que ha denunciado en sus libros este tipo de situaciones, considera que el jugador "es como un tomate que ponen en la feria, que lo dejan todo lindo, jugoso, que lo mojan, que lo colocan en un lugar bien visible, pero que cuando se cae y se machuca lo tiran a la basura y ya no sirve para nada".

Fonseca se enfrenta a los equipos y se lleva a los jugadores que representa.

La pelea Fonseca vs. Palma no es la primera que involucra al contratista con un cuadro de fútbol. A inicios de este año se llevó de Nacional a Rodrigo Amaral y Mathías Olivera, por los cuales luego negoció el pago de las cláusulas de rescisión de US$ 1,5 millón y US$ 1 millón, respectivamente. Para algunos de los entrevistados, la realidad del negocio también cambió porque hay muchos contratistas desde que Francisco "Paco" Casal ya prácticamente no se dedica a este negocio.

Secretaría está dispuesta a investigar los pases puente.

La investigación que realizará la Secretaría Nacional del Deporte incluirá también los llamados pase puente. Como las ventas de jugadores solo pueden hacerse de club a club —es decir, que una persona no puede vender un jugador a un equipo—, los contratistas a veces usan un cuadro, al que le dan dinero (no un porcentaje, sino una cifra baja), para que el pase parta de allí, aunque el futbolista nunca haya vestido su casaca. "Por varios clubes de acá han pasado jugadores de la selección de Argentina y de Brasil, y no jugaron ni un partido", señaló el subsecretario nacional del Deporte, Alfredo Etchandy. Por citar ejemplos, el defensa brasileño Roberto Carlos fue vendido al Real Madrid cuando jugaba en Palmeiras, pero lo hizo vía Central Español; el también brasileño Givanildo Vieira de Souza, mejor conocido como Hulk, fue al Porto a través de Rentistas; y el argentino Facundo Roncaglia se fue de Boca a la Fiorentina, pero su pase partió desde Fénix. La FIFA planteó varias veces su preocupación porque se usen los cuadros uruguayos para realizar estos pases. Eligen Uruguay debido a que se pagan menos impuestos, pero a veces esta estrategia es utilizada también en casos como el de Pablo García. Al irse de Liverpool, el juvenil representado por Daniel Fonseca no está en ningún club, y por lo tanto no podría ser vendido al extranjero salvo que fuera fichado por algún club en el que fuera solamente un jugador nominal.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
Foto: Archivo El País

GOBIERNO INVESTIGARÁ PASES DE FUTBOLISTASCARLOS TAPIA

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad