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El comienzo de una historia

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Foto: Darwin Borrelli

Fue raro”, dice Alfonsina Carrocio sobre verse en la gran pantalla de un cine. A los 18 años, esta montevideana que recién terminó el liceo comparte elenco en Otra historia del mundo, la película uruguaya hoy en cartel, con actores consagrados como César Troncoso, Roberto Suárez y Néstor Guzzini.“Era la chiquita del grupo”, dice Carrocio quien proyecta ingresar a la Escuela Multidisciplinaria de Arte Dramático como primer paso para una vocación artística que siempre estuvo pero que ahora, gracias al cine, se hace más posible.

¿Cuántas veces viste Otra historia del mundo?.

—Sólo dos veces. Una en la avant premiere que tenía que verla y otra que fui con todos mis primos.

—¿Hicieron mucho escándalo los primos cuando apareciste?

—Bastante, me sacaban fotos y estuvo bueno porque la gente se acercó a felicitarme por el trabajo. Me reconocieron, creo, por el griterío de mis primos porque el personaje es bastante alejado de mi yo actual. Es solo un personaje.

—Aparecés ya en la primera escena así que verte gigante ahí debe haber sido un impacto...

—Fue raro. No estoy acostumbrada a ver el resultado del personaje. Hago el proceso, lo creo y eso es lo que disfruto y en el teatro el resultado final lo ve la gente. Uno solo lo disfruta haciéndolo, pero no sabés cómo queda el producto final. Y te choca. Más que nada escuchar tu voz. Si ya es medio chocante escucharte en los mensajes de WhatsApp, imaginate en una pantalla con pila de gente. Es muy fuerte.

—¿Cómo llegaste a la película?

—Hice quinto y sexto artístico en el Juan XXIII y mi profesora es María Elena Pérez que hace de Dolores, mi mamá en la peli. Ella llegó un día a la clase para decir que estaban necesitando una actriz para la película pero no pensó que fuera un co-protagónico con tanto peso, así que lo planteó. Hice un casting y quedé.

—¿Y cómo fue ese casting?

—La productora me mandó unas escenas y me las aprendí aunque después las podías leer, así que no había mucho problema. Fue la escena de la mesa en la que estoy triste y enojada al mismo tiempo. La hice y quedé preseleccionada así que volví a hacer una escena con Nico Condito (que hace de Dan, el interés romántico de su personaje) y funcionamos, así que terminé en el papel.

—¿Y cómo fue cuando viste el guión?

—Lo empecé a leer y empecé a buscar. Como dije en la avant premiere, desde la experiencia era difícil porque no viví la dictadura, entonces por ese lado del contexto no fui. Cree un personaje que tuviera cosas mías porque a todos los personajes, le ponés una cuota de vos porque es tu creación. Recurrí más a mis experiencias internas que se podían vincular a esa situación. Y aunque sí sucede en la dictadura se puede ubicar en cualquier contexto: es una familia que se destruye por determinada razón y debe buscar cómo salir adelante. Anita, mi personaje, queda sola, sufre un abandono y el desprecio. A partir de ahí armé el personaje.

—Además del bachillerato artístico, ¿tenías alguna otra experiencia actoral?

—Antes de la película no había hecho teatro. De chiquita, con mi familia hacíamos representaciones grabadas y ese tipo de cosas. Sabía que iba a ir para el lado del arte, eso sí. Y cuando descubrí el teatro en el colegio, fue como que eso era lo que quería hacer.

—¿Cómo fue el rodaje?

—Fueron dos meses muy intensos. A veces teníamos hasta 12 horas de rodaje y por más que no eran todas mis escenas, me quedaba y estudiaba el guión. Estaba de más porque además era un equipo relindo.

—Trabajaste con actores de mucha trayectoria. ¿Cómo fue esa experiencia?

—Fue tremenda porque aprendí un montón. No es que se sentaban y me enseñaban, una aprende viendo. En el teatro es así. Está buenísimo. César (Troncoso) a veces me aconsejaba y como que todos me daban una mano. Me sentía muy acompañada y además era la chiquita del grupo. Eso estaba rebueno.

—¿Cuál sentís que es tu mejor escena?

—Esa que te decía que hice en el casting y pasa de la mesa al camión me parece muy buena escena.

—Estás en la primera escena pero no ahí no decís nada...

—Es que estaba por fuera de las pavadas que decían mi viejo y el amigo, que aparte eran unos borrachos. Yo estaba ahí y por dentro pensaba que eran unos boludos, que decían estupideces.

—Te aislabas al punto de no verlos como Troncoso y Suárez...

—¡Claro! Dejan de ser ellos porque además no son como los ves ahí. Una vez que sos el personaje, sos el personaje y chau.

—¿Y cuál fue la escena más difícil?

—También la del camión. Antes ensayamos mucho porque yo era nuevita en el tema y los ensayos me sirvieron un montón. Otra que me costó es cuando rescatamos a mi padre y aunque era breve no encontraba el sentimiento, no me salía.

—Estás de estreno pero seguro que ya estás planeando cómo seguir con tu carrera.

—No me han llamado para nada nuevo pero espero que lo hagan. Me quiero dedicar a esto. Estoy tomando clases con Laura Sánchez y quiero entrar a la EMAD y si puedo irme de Uruguay, también estaría bueno. Actuar es de lo más divertido.

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Foto: Darwin Borrelli

ALFONSINA CARROCIO

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